domingo, 19 de abril de 2009

Closing circles

Un día se desvaneció, sí, así como lo oye: primero fue su pelo, empezó a desaparecer lentamente, luego los dedos de sus manos, de sus pies, los brazos y las piernas. Después fue el turno de su torso, antiguamente tan robusto, porte altiva y pelos en pecho, no quedaba nada de él. La cara se redujo a dos ojos impávidos primero, y luego ya no fue ni sonrisa ni peculiar nariz, nada, dos orejas que se borraron de un plumazo, y ya no quedo un minúsculo trazo de su peculiar existencia.
y no pudo hacer nada para salvarlo? no, yo quise, pero él nunca me dejó, así como nunca pude acercarme a él, no pude evitar que desapareciera tampoco. Qué mas puedo hacer ahora que escuchar “wish you were here”, y dedicárselo..creo que los dos estuvimos nadando en la misma pecera, sabe? Por años, éramos almas perdidas, pero estábamos tan corroídos por dentro que encontrarnos no nos hizo ningún bien tampoco. Eramos casi lo que se dice "meant to be", el uno para el otro (casi), pero de alguna forma comprendimos que nuestras similitudes no podían compatibilizar sin que uno de los dos sufriese en demasía. Había sobre todo, olvido. Olvido por días y días y días. El olvido es una de las cosas que más cuesta, pero la que más duele, cuando no es uno el que olvida. Seguíamos en la pecera, sabe? Y a pesar de que esta era esférica, nunca nos encontrábamos, era un misterio. Tal vez habíamos permanecido en ella por muchísimo tiempo, muchísimos años, ignorando la existencia del otro, “corriendo”, en el mismo viejo escenario, manteniendo mismos viejos miedos, pero de forma separada. Quien sabe si no éramos los únicos en aquella pequeña fortaleza de cristal, para mi no hubo ningún otro, solo pude verlo a él, y después ya no. Su sola visión , sin embargo, logro trastornarme. No, no fue eso, fue el cruce de causes, tributarios de un mismo río abandonado. Después ya no. No lo vio más? No le digo que se desvaneció!? Pero , me refiero, después del cruce..Si, alguna veces, solíamos separarnos del resto de aquel acuario, pero en el fondo nos sabíamos ordinarios, y por ello sufríamos, desilusionados. Y como era afuera? Miraban afuera? Sí, mirábamos, afuera parecía maravillosamente aterrador. El cristal era nítido, sin embargo la incertidumbre lo empañaba todo. Sentíamos la pecera empequeñecerse cada vez más, nos forzábamos a ver más allá, se suponía que algún día íbamos a salir de aquel letargo burbujeante, pero cuando? Por qué? Bajo qué tipo de circunstancias? Entonces, estaban juntos? el plural es sólo una condescendencia hacia mi misma: yo estaba sola pero no me importaba, porque lo sabía en algún otro punto de la pecera a él, y calculaba que sentíamos lo mismo, que veíamos lo mismo, que eran los mismos pensamientos, las mismas inquietudes, los que nos desbordaban, y por los que me sentía indirectamente conectada. Eso me mantenía bien, confortable, incluso adormecida. Es curioso, porque en verdad, nunca llegué a saber nada de lo que pasaba por su mente. Uno se llena la cabeza, la boca , y la vida de suposiciones, no? Sería mil veces más simple preguntar, pero no, uno tiene que suponer y des-suponer esto y aquello, y eso otro. Y después se desvaneció? Así como así? Si, así como le dije. Y usted nunca pudo preguntarle lo que tanto anhelaba saber de él. No, usted verá, detrás del cristal yo vislumbraba, a determinadas horas, una especie de bola dorada que asomaba por un extremo de aquello que nos rodeaba, y sólo en precisos momentos, la bola de fuego rozaba un aplique de cristal junto a la pecera, y lo atravesaban luego pequeños fragmentos de hermosísimos colores, como nunca había visto. Nunca tuve la oportunidad de preguntarle si él también los veía, si sentía lo que yo, cuando se proyectaban a través del cristal, y cuál de ellos era su favorito. Tal vez me hubiera contestado que el azul, o el malba. Tal vez, ¿pero que caso tiene seguir preguntándose sobre trivialidades?. No subestime a las “dades”: trivialidades, nimiedades, son las que hacen de esta vida algo grande, más grande incluso que aquello que rodea a la pecera. Puede Ser, pero volviendo a lo anterior...tal vez ese sea el punto señorita. Qué cosa? Eso mismo, “volver”, usted sigue volviendo allí, con el cuerpo, con la mente, vuelve a esos momentos, a la visión del cristal, vuelve a la pecera incluso cuando hace tiempo ya se ha librado de ella, cuando hace tiempo ya que ha empezado a ver realmente aquello que la rodea, y sin embargo... sin embargo se empecina en volver, sin querer o adrede vuelve a encerrarse en una prisión esférica donde pierde la cabeza y se pierde a usted. Vamos, usted ya sabe la respuesta señorita, y es que no importa ya si él hubiese dicho “malba” o “azul” o incluso “verde”, realmente ya no importa porque usted sabe que él debería haber sido capaz de mirarla, de decirle “todos los colores”, en lugar de desvanecerse en ninguno. Usted ya sabe, la cuestión es volver, o mejor dicho, no volver. Para qué? Ya ha cruzado el vidrio empañado, ahora dedíquese a mirar.