martes, 10 de marzo de 2009

Mantas

¿Y si no viene?.¿Y si no voy?. Después de todo, le dije que se trataba de algo malo, así que es muy probable que no venga. No tengo porqué ir, ella fue clara: lo que tiene para decirme no es nada bueno, y yo no tengo porqué ir hasta allá para escuchar quién sabe que boludes, ni siquiera es algo bueno. Conociéndolo, no va a venir. No voy a ir. No, si nunca hace nada. Nunca hice nada. Siempre fui yo la que tuvo que iniciar cada cosa, hablarle, buscarlo, porque él, nunca nada. Pero si no voy me va a hacer sentir culpable después, por favor, ni que fueramos algo, como para que yo tuviese que ir si o si, y nunca le pedí que haga nada. Nunca me pidió realmente, pero yo fui, fui a esa presentación suya en la loma del a, me remonté a 1492, al 12 de octubre. Yo nunca le pedí que viniera. Necesitaba verlo haciendo lo que realmente le gusta (se detiene, piensa, se acuerda que sólo en ese momento pudo verlo sin el velo que envuelve a su persona el resto del tiempo, logró percibir quién era él realmente, vulnerable detrás de su instrumento, sin posibilidad de falsear sentimientos, de esconder una personalidad ya de por sí esparcida como un puzzle al que le faltan sus piezas claves), nunca me pidió, pero qué otra cosa iba a hacer. Por ende, no tengo porqué ir ahora, además, son malas noticias. Pero él, claro, él creerá que no tiene porqué venir, además, “son malas noticias”. Es así, ¿y si voy?. ¿y si viene?. No es que me importe, no es nada, pero así me saco las dudas de una vez. Podría sentir curiosidad, tener dudas, podría, incluso, querer venir, pero no, no lo va a hacer. Esta jodido el tema, porque capaz viene el flaco en un rato, y rulo no anda muy bien. No, no lo va a hacer, me va a poner una excusa pelotuda, del tipo “viene el flaco” o “se enfermó rulo” y yo, bien gracias, que me vaya a freir panchos. Ella sabe como soy, y hasta donde puedo dar. Que estaba pretendiendo, porfavorr, ¿milagros?, tarde me vengo a acordar que mi nivel de religiosidad se puede equiparar al que pueda llegar a poseer el sr sagan en alguna parte de su columna vertebral, ¡como me molesta que sea así!. (a una distancia considerable en cuadras, se detiene, como si hubiese escuchado un quejido lejano en su contra, pausa reflexiva hasta que finalmente, él se decide a ir). (tiempo que transcurre lentamente; uno, pedaleando; otra, tumbada en el sillón, esperando, ceño fruncido, mirada clavada en el techo, manos que juguetean nerviosamente, alguien golpea a la puerta). Piensa: ¡vino!. Piensa: ..al final vine. Hola. Hola. ¿Cómo estás?. Bien ¿vos?. Bien, hace calor. Si… ¿Qué es eso tan malo que tenés que decirme?. Se muerde los labios, arruga la nariz, entorna los ojos, mira hacia abajo, luego hacia arriba, luego hacia delante, hacia dos ojos que no están entornados, pero si suspicaces, y finalmente dice: Te quiero .Ahora no se escucha nada más.

1 comentario:

Anónimo dijo...

jajajajajaaja virgen santa! con solo leer el titulo tengo risa para un mes